Era el plato fuerte de la edición 2018 de Fauna Primavera y cumplió con creces. Lorde se robó todas las miradas de la mano de su aclamado “Melodrama” (2017).
A las 13:00 horas, Iarahei fue la encargada de abrir una jornada marcada por el poder femenino. De ahí en adelante, el baterista de Tame Impala, Barbagallo; el chileno Gianluca; Playa Gótica, liderados por la carismática Fanny León, marcaron los números de apertura más importantes.
Las norteamericanas Warpaint, adelantaron los números femeninos más importantes de la tarde con su poderoso rock, armónico y ruidoso al mismo tiempo. La reina urbana indiscutida fue Nathy Paluso. La argentina presentó su atractiva propuesta que mezcla soul, R&B y hiphop, con canciones como “La Sandunguera” y “Corashe”. Una de las mejores performances que merecía un escenario más grande.
Luego sería el turno de un número seguro, pero no menos atractivo. La nacional Javiera Mena, con sus sintetizadores y pegajosas melodías, puso a bailar a todos los asistentes al Ballentine’s Stage.
El mismo escenario que presenció el éxito de Peluso, fue el que recibió a la también chilena Rubio, uno de los nombres más atractivos del electrodo actual. De ahí en adelante, el indie pop del los estadounidenses Death Cab For Cutie, el hardcore de At the Drive-In y el pop bailable y oscuro de MGMT, fueron la espera perfecta para el gran cierre.
Puntual a las 23:45 horas saltó al escenario la neozelandesa Lorde. Ya de entrada con “Sober”, de su aclamado “Melodrama” (2017), marcaría la pauta de lo que sería su show, poder femenino y delicados movimientos.
La sexy “Home Dynamite”, también de su nuevo álbum; “Tennis Court”, del recordado “Pure Heroine” (2013); “Ribs”, también de su primer trabajo; la archiconocida “Royals”, con la que se dio a conocer hace cinco años; y el gran éxito de su nuevo disco, “Green Lights”, entre otras, fueron los puntos más altos de un show que no tuvo puntos bajos.
El show de Lorde es poderoso y emotivo. La brutal honestidad de sus letras y sus suaves melodías, cuentan temáticas juveniles tan mundanas, como el enamoramiento adolescente o el miedo al futuro, de una manera pulcra y apta para todo consumo. Todo al ritmo de su marcada expresividad escénica.
David Bowie tenía toda la razón, “Lorde es el futuro de la música”. Hoy, con el Duque Blanco ya fallecido, la neozelandesa hace gala de aquel profético comentario con un show cargado de melodrama y profundidad.